Siempre
nos hicieron creer que las mujeres somos el sexo débil, que necesitamos de un
hombre para poder sobrevivir, que debíamos ser madres abnegadas, amas de casa,
y vivir sumisas y obedientes.
Esa
fue la tarea del hombre, desde hace miles de años, destruir el poder femenino,
dejar a la mujer totalmente recluida, sin voz, sin voto. La mujer es sensitiva,
es intuitiva, es maternal, es creadora, es poderosa, perfectamente capaz de
dirigir familias, empresas, gobiernos, etc.
Antes
del cristianismo, en épocas ancestrales, la mujer tenía un lugar sumamente
importante en la sociedad, era la sacerdotisa, la curandera, la consejera tenía
los mismos derechos que el hombre, caminaban lado a lado como compañeros. Ninguno
sometía al otro.
Luego
como ya sabemos, la iglesia católica condeno y satanizo a la mujer, la llamo
bruja, la quemo, la torturo, la violo, matando con esto conocimientos
ancestrales, la acuso de ser amante de Satanás, condeno su sexualidad y su
sensualidad, su poder femenino, la
castro, la mutilo. Puso a una virgen como máximo ídolo, para que creamos que
siendo castas y puras, alcanzaremos la redención.
Ahora
cada vez más mujeres están recuperando esa sabiduría, conociendo su potencial, demostrando
la fuerza e inteligencia, cada vez más mujeres descubren su magia. No importa
el tamaño, color, contextura física…no importan los cánones de belleza, solo
importa descubrir esa magia. Debemos despertar
a nuestra Lilith…debemos ser libres, independientes, guerreras, brujas,
salvajes, compañeras, madres, debemos cortar todas la cadenas que nos atan a
esta sociedad todavía machista, enseñar a nuestros hijos el valor de ser mujer,
debemos recuperar el poder femenino en hombres y mujeres, y así curar a nuestra madre tierra, y de esa
manera curarnos a nosotros mismos.
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